EL ROSTRO DE JESUS

El rostro de Jesús

Existe en Roma un documento que dice: Siendo la costumbre de los gobernadores romanos en tiempo de Tiberio César, el advertir al Senado y al pueblo, las cosas que ocurrían en sus provincias, Publio Léntulo, presidente de Judea, escribió la carta que sigue, relativa a Nuestro Señor:

EL ROSTRO DE JESUS, inspirado en la Carta de Publio Léntulo
Retrato de Jesús-Cristo inspirado en la Carta de Lentulus, grabado de 1857

«Ha aparecido en nuestros días, un hombre de gran virtud, llamado Jesucristo, que vive aún entre nosotros y es conocido por los gentiles como verdadero profeta; pero sus propios discípulos lo llaman Hijo de Dios; resucita a los muertos y cura toda clase de enfermedades. Es un hombre de estatura alta y hermosa, y de semblante muy venerable, tal que el que le mira puede amarle y temerle. Los cabellos son de color castaña muy madura, lisos hasta las orejas, más abajo son brillantes, rizados y flotan alrededor de sus espaldas. En medio de la cabeza tiene una partición en sus cabellos, según la moda de Nazareth. Su frente, nariz y boca, son de tal modo formadas, que nada puede tacharse; su barba, un poco poblada, de color parecido a sus cabellos, no muy larga, pero rizada; su aspecto inocente y serio, sus ojos grises, claros y vivos. Cuando reprende inspira miedo; cuando amonesta es cortés y elocuente; agradable en la conversación, al mismo tiempo que grave. Nadie recuerda haberlo visto reír, pero muchos le han visto llorar. En las proporciones, su cuerpo, sus manos y brazos, perfectos. En su hablar, muy templado, modesto y sabio. Por su singular belleza es un hombre superior a los hijos de los hombres».

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Sacramento de la Penitencia o Reconciliación

Miseria del hombre y Misericordia de Dios.

Miseria del hombre.

Hecho hijo adoptivo de Dios el Cristiano, en el Bautismo, y miembro de la Iglesia de Cristo; Sellada su frente con el crisma de la salud y confortado por el Espíritu Santo para testimoniar su fe y acendrar su servicio a Dios y a la Iglesia y a sus hermanos, mediante la Confirmación; finalmente, la Iglesia lo alimenta y deifica, si quiere diariamente, con el Pan  Celeste de la Eucaristía. Así y todo, el pobre mortal no puede cantar victoria. Las acometidas del demonio y del mundo y las paciones de la carne, pone al hombre, a cada momento, en peligro de pecar. Los maravillosos inventos y progresos humanos lejos de levantar el espíritu lo ensoberbecen, y endiosan su libertad. ¿Qué hacer? Leer más

Sacrosanctum Concilium

Así se denomina la Constitución sobre Liturgia del Concilio Vaticano II. Se aprobó en la sesión del 4 de diciembre de 1963, y debe su nombre a las dos palabras que encabezan su redacción en lengua latina.

Con esta Constitución, el Concilio Vaticano II pretende reformar la liturgia, bebiendo de las fuentes de la Tradición y adaptándola al mundo moderno.