Vía Crucis por el año Sacerdotal

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OFRECIMIENTO

Oh Jesús, Pastor Eterno de las almas, dígnate mirar a los sacerdotes. Guárdalos al abrigo de tu corazón; conserva sin mancha sus manos que diariamente tocan tu Sacratísimo Cuerpo; conserva purificados sus labios con tu Preciosa Sangre; conserva inmaculado su corazón, marcado con el sello sublime del sacerdocio. No permitas que el espíritu del mundo los contamine. Aumenta el número de tus apóstoles, bendice sus trabajos; que el fruto de sus desvelos sea la salvación de muchas almas aquí en la tierra, para que sean su corona en el cielo. Amén.

PRIMERA ESTACION: Jesús es condenado a muerte

  • V. Te adoramos, oh Cristo, y te bendecimos,
    R. que por tu Santa Cruz redimiste al mundo.

Jesús es sentenciado a muerte. Bendito sea para siempre tan gran Señor, y su Santísima Madre que padeció tan gran dolor. ¡Jesús mío!, por el dolor que sufrió tu corazón por esta injusta sentencia, te ruego por tus sacerdotes que son injustamente juzgados y calumniados. Padrenuestro, Avemaría y Gloria

SEGUNDA ESTACION: Jesús carga con la cruz camino al calvario

  • V. Te adoramos, oh Cristo, y te bendecimos,
    R. que por tu Santa Cruz redimiste al mundo.

Jesús carga con la cruz. Bendito sea para siempre tan gran Señor, y su Santísima Madre que padeció tan gran dolor. Jesús mío! por la inmensa fatiga y la llaga que te causó el peso de la cruz en tu espalda, te ruego por tus sacerdotes. Dales fuerzas para que carguen con su cruz y la abracen con amor. Padrenuestro, Avemaría y Gloria

TERCERA ESTACION: Jesús cae por primera vez.

  • V. Te adoramos, oh Cristo, y te bendecimos,
    R. que por tu Santa Cruz redimiste al mundo.

Jesús cae por primera vez. Bendito sea para siempre tan gran Señor, y su Santísima Madre que padeció tan gran dolor. ¡Mi Jesús!, por esta primera caída te ruego por tus sacerdotes jóvenes, por tus seminaristas… Dales a todo perseverancia y fortaleza. Si alguno cae, levántalo para que vaya en pos de ti. Padrenuestro, Avemaría y Gloria

CUARTA ESTACION: Jesús se encuentra con su Santísima Madre

  • V. Te adoramos, oh Cristo, y te bendecimos;
    R. que por tu Santa Cruz redimiste al mundo.

Bendito sea para siempre tan gran Señor, y su Santísima Madre que padeció tan gran dolor. ¡Madre del Eterno Sacerdote!, por aquel terrible dolor que atravesó tu corazón, te ruego por la soledad de los sacerdotes. Quen en ti vean a la madre amorosa que los consuela y alienta. Padrenuestro, Avemaría y Gloria

QUINTA ESTACION: El Cireneo ayuda a Jesús

  • V.Te adoramos, oh Cristo, y te bendecimos,
    R. que por tu Santa Cruz redimiste al mundo.

El Cirineo ayuda a llevar la cruz. Bendito sea para siempre tan gran Señor, y su Santísima Madre que padeció tan gran dolor. ¡Señor!, por aquella mirada de amor que dirigiste al Cireneo, cuando te ayudó a llevar tu cruz, te ruego por los sacerdotes. Que cuando la cruz les parezca pesada, sientan que tú la llevas con ellos y los miras con amor. Padrenuestro, Avemaría y Gloria

SEXTA ESTACION: La Verónica limpia el rostro de Jesús

  • V. Te adoramos, oh Cristo, y te bendecimos;
    R. que por tu Santa Cruz redimiste al mundo.

La Verónica enjuga el rostro del Señor. Bendito sea para siempre tan gran Señor, y su Santísima Madre que padeció tan gran dolor. ¡Señor Jesús!, en aquellos momentos todos te daban la espalda, solamente ella se atrevió a acercarse y a limpiar tu Divino Rostro. Que tu santa imagen se grabe en las mentes de los sacerdotes para que te sean fieles. Que yo nunca te vuelva la espalda cuando tus sacerdotes necesiten de mí. Confórtalos con tu amor, para que sean valientes Padrenuestro, Avemaría y Gloria

SEPTIMA ESTACION: Jesús cae por segunda vez

  • V. Te adoramos, oh Cristo, y te bendecimos,
    R. que por tu Santa Cruz redimiste al mundo.

Jesús cae por segunda vez. Bendito sea para siempre tan gran Señor y su Santísima Madre que padeció tan gran dolor. ¡Señor Jesús!, por el peso de la cruz volviste a caer. Por este dolor, ruego tu misericordia para tus sacerdotes de edad madura; confórtalos en su fe, sosténlos; ten presente que hay muchas almas que gimen en la oscuridad y necesitan que alguien las lleve hacia ti. ¿Tus sacerdotes son la sal de la tierra y si la sal se desvirtúa? Tenemos mucha necesidad de sacerdotes santos! Padrenuestro, Avemaría y Gloria

OCTAVA ESTACION: Jesús consuela a las mujeres de Jerusalén

  • V. Te adoramos, oh Cristo, y te bendecimos,
    R. que por tu Santa Cruz redimiste al mundo.

Jesús advierte a las mujeres que lloraban por El. Bendito sea para siempre tan gran Señor y su Santísima Madre que padeció tan gran dolor. Por aquellas palabras: «No lloréis por mi, sino por vosotras y vuestros hijos», danos, Señor, lágrimas de arrepentimiento verdadero por nuestras culpas y llena el corazón de tus sacerdotes de amor a la penitencia y a la oración. Que en todos los momentos permanezcan fieles sus promesas sacerdotales. Padrenuestro, Avemaría y Gloria.

NOVENA ESTACION: Jesús cae por tercera vez

  • V. Te adoramos, oh Cristo, y te bendecimos
    R. que por tu Santa Cruz redimiste al mundo.

Jesús cae por tercera vez. Bendito sea para siempre tan gran Señor, y su Santísima Madre que padeció tan gran dolor. ¡Jesús mío!, por esta tercera caída te ruego que los sacerdotes sean «uno contigo»; que por la humildad puedan hacer desaparecer su propio egoísmo, para darte el paso a ti y ocupes tú el lugar primero en los corazones. Padrenuestro, Avemaría y Gloria.

DECIMA ESTACION Jesús es despojado de sus vestiduras

  • V. Te adoramos, oh Cristo, y te bendecimos
    R. que por tu Santa Cruz redimiste al mundo.

Jesús despojado de sus vestiduras. Bendito sea para siempre tan gran Señor y su Santísima Madre que padeció tan gran dolor. ¡Cuánto dolor! ¡Cuánta amargura sufrió tu corazón! ¡Cuántas angustias padeció tu alma! Te ruego por tus sacerdotes caídos, por los que no te han sido fieles. Señor, ante tu dolor, no me atrevo a decir más… Padrenuestro, Avemaría y Gloria

UNDECIMA ESTACION: Jesús es clavado en la cruz

  • V. Te adoramos, oh Cristo, y te bendecimos
    R. que por tu Santa Cruz redimiste al mundo.

Jesús es clavado en la cruz. Bendito sea para siempre tan gran Señor y su Santísima Madre que padeció tan gran dolor. ¡Jesús mío!, por este terrible dolor, por tu sed, por tus llagas, por tus tribulaciones espirituales, te ruego que tus sacerdotes sientan cada día más sed de ti, para que lleven las almas al Padre. Padrenuestro, Avemaría y Gloria

DUODECIMA ESTACION: Jesús muere en la cruz.

  • V. Te adoramos, oh Cristo, y te bendecimos
    R. que por tu Santa Cruz redimiste al mundo

Bendito sea para siempre tan gran Señor, y su Santísima Madre que padeció tan gran dolor. ¡Mi Jesús! Por tus inenarrables dolores, por tus infinitas angustias, por tu muerte en la cruz, y por el padecimiento infinito se tu Santísima Madre, te imploro que sepan tus sacerdotes vivir y morir en la cruz de tu pasión, que ellos mismos escogieron con amor. Padrenuestro, Avemaría y Gloria

DECIMA TERCERA ESTACION: Jesús es bajado de la cruz

  • V. Te adoramos, oh Cristo, y te bendecimos
    R. que por tu Santa Cruz redimiste al mundo

El cuerpo de Jesús es puesto en brazos de su Madre. Bendito sea para siempre tan gran Señor, y su Santísima Madre que padeció tan gran dolor. ¡Jesús mío! ¡Soledad de María! Cuánta amargura al contemplar el cuerpo exánime de tu hijo martirizado. Te ruego, Virgen Dolorosa, por la soledad de los sacerdotes. Llénalos tú con tu inconmensurable amor de madre, haz que comprendan que teniéndote a ti, dentro de su corazón, nunca… nunca, estarán solos. Padrenuestro, Avemaría y Gloria

DECIMA CUARTA ESTACION: Jesús es sepultado

  • V. Te adoramos, oh Cristo, y te bendecimos
    R. que por tu Santa Cruz redimiste al mundo

Jesús en el sepulcro. Bendito sea para siempre tan gran Señor, y su Santísima Madre que padeció tan gran dolor. ¡Jesús mío! por tu vida, pasión y muerte, te ruego que tus sacerdotes te amen siempre, para que al llegar la hora de su muerte, puedan decir: ¡Señor, todo lo hice por tu amor! Pongo en tus manos a todos los sacerdotes que están agonizando y a todos los sacerdotes difuntos. Sé tú Señor, su espléndida recompensa. Padrenuestro, Avemaría y Gloria

DECIMO QUINTA ESTACION: El sepulcro Abandonado

  • V. Te adoramos, oh Cristo, y te bendecimos.
    R. Porque con tu santa cruz redimiste al mundo.

Lectura « ¿Por qué buscáis entre los muertos al que está vivo? No está aquí, ha resucitado» (Lc 24,5-6). Estas palabras de dos hombres «con vestidos resplandecientes» refuerzan la confianza en las mujeres que acudieron al sepulcro, muy de mañana. Habían vivido los acontecimientos trágicos culminados con la crucifixión de Cristo en el Calvario; habían experimentado la tristeza y el extravío. No habían abandonado, en cambio, en la hora de la prueba, a su Señor. Van a escondidas al lugar donde Jesús había sido enterrado para volverlo a ver todavía y abrazarlo por última vez.

Las empuja el amor, aquel mismo amor que las llevó a seguirlo por los caminos de Galilea y Judea hasta al Calvario. ¡Mujeres dichosas! No sabían todavía que aquella era el alba del día más importante de la historia. No podían saber que ellas, justo ellas, estaban siendo los primeros testigos de la resurrección de Jesús. «Encontraron que la piedra había sido retirada del sepulcro». (Lc 24,2). Así lo narra el evangelista Lucas, y añade que «entraron, pero no hallaron el cuerpo del Señor Jesús» (24, 3).

En un instante todo cambia. Jesús «no está aquí, ha resucitado». Este anuncio que cambió la tristeza de estas piadosas mujeres en alegría, resuena con inalterada elocuencia en la Iglesia y en todos los fieles. Jesús está vivo y nosotros vivimos en Él. Para siempre.

La resurrección de Cristo inaugura para la humanidad una renovada primavera de esperanza. «Anunciamos tu muerte, proclamamos tu resurrección. ¡Ven, Señor Jesús!». Amén.

Oración ¡Qué difícil es encontrarte, Jesús! Por tí madrugo y me adelanto al alba; te busco muerto, yaciente en el sepulcro, y no estás. ¡Ya no estás! Poco a poco tu verdad penetra en mi mente y se hace la luz. Enjugo las lágrimas y recompongo el rostro; ya no es una fúnebre máscara de circunstancias, mis labios intentan la sonrisa. ¡Estás vivo! Libre de la tumba has vuelto a la vida y andas por ahí revuelto con los hombres, tus hermanos. Y yo miro a mis hermanos buscando tu rostro, pero todavía no aprendo a descubrirte. Yo pensaba que era un jardinero, y eras Tú, yo pensaba que era un caminante y eras Tú. ¿Cuándo aprenderé que Tú eres cada uno de mis hermanos?

Meditación Pausa de silencio

Oremos: Señor Jesús, de tu Cruz se desprende un rayo de luz. En tu muerte ha sido vencida nuestra muerte y se nos ha ofrecido la esperanza de la resurrección. ¡Asidos a tu Cruz, quedamos en la espera confiada de tu vuelta, Señor Jesús, Redentor nuestro! Padrenuestro, Avemaría y Gloria Canto

ORACIÓN FINAL ¡Oh Jesús, Sacerdote eterno! Escucha nuestra plegaria por la porción más amada de tu corazón: tus sacerdotes. Nos unimos a ti en tu oración sacerdotal para decir contigo: «Padre que todos sean uno, como tú y yo somos uno.» Amén.

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