Veinte cosas que quizás no sabías sobre la Iglesia Católica.

El Vaticano

1 – ¿Cómo se financia la Iglesia?

La Iglesia católica no es una entidad centralizada en materia económica. Cada persona jurídica (diócesis, parroquia, instituto de vida consagrada, asociación de fieles, etc.) es titular de su propio patrimonio y lo gestiona autónomamente. Cada cual obtiene sus recursos como puede, de acuerdo con el Derecho canónico y el civil. Lógicamente, todas las entidades de la Iglesia deben contribuir al sostenimiento de la Santa Sede y de las necesidades universales de la Iglesia.

2 – ¿Es compatible ser cura con otro oficio?

La Iglesia prohíbe a los sacerdotes (si no cuentan con el permiso de su obispo) el ejercicio de cargos públicos civiles, el desempeño de actividades políticas y directivas de sindicatos, la administración de bienes y la práctica de la negociación y el comercio. Hay otras actividades teóricamente compatibles con el carácter sacerdotal, aunque en la actual situación de escasez de vocaciones parece más bien raro que un obispo juzgue oportuno distraer fuerzas de la actividad pastoral.

3 – ¿Hay mujeres sacerdotes en la Iglesia?

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EL ROSTRO DE JESUS

El rostro de Jesús

Existe en Roma un documento que dice: Siendo la costumbre de los gobernadores romanos en tiempo de Tiberio César, el advertir al Senado y al pueblo, las cosas que ocurrían en sus provincias, Publio Léntulo, presidente de Judea, escribió la carta que sigue, relativa a Nuestro Señor:

EL ROSTRO DE JESUS, inspirado en la Carta de Publio Léntulo
Retrato de Jesús-Cristo inspirado en la Carta de Lentulus, grabado de 1857

«Ha aparecido en nuestros días, un hombre de gran virtud, llamado Jesucristo, que vive aún entre nosotros y es conocido por los gentiles como verdadero profeta; pero sus propios discípulos lo llaman Hijo de Dios; resucita a los muertos y cura toda clase de enfermedades. Es un hombre de estatura alta y hermosa, y de semblante muy venerable, tal que el que le mira puede amarle y temerle. Los cabellos son de color castaña muy madura, lisos hasta las orejas, más abajo son brillantes, rizados y flotan alrededor de sus espaldas. En medio de la cabeza tiene una partición en sus cabellos, según la moda de Nazareth. Su frente, nariz y boca, son de tal modo formadas, que nada puede tacharse; su barba, un poco poblada, de color parecido a sus cabellos, no muy larga, pero rizada; su aspecto inocente y serio, sus ojos grises, claros y vivos. Cuando reprende inspira miedo; cuando amonesta es cortés y elocuente; agradable en la conversación, al mismo tiempo que grave. Nadie recuerda haberlo visto reír, pero muchos le han visto llorar. En las proporciones, su cuerpo, sus manos y brazos, perfectos. En su hablar, muy templado, modesto y sabio. Por su singular belleza es un hombre superior a los hijos de los hombres».

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